martes, 29 de diciembre de 2009

Canariadas (II)

Don Facundo, canario emigrado a Cuba y regresado con gran fortuna, era un hombretón grande y bastante bruto de aspecto algo desaseado. Una mañana calurosa de agosto caminaba decidido por la calle mayor de Triana acompañado por don Ignacio Zubiri Azpilicueta, su nuevo administrador, un vasco recién importado de Bilbao con sus costumbres usos y maneras.
Venía el vascuence emperifollado de punta en blanco, hinchado de pecho como un palomo, con sus grandes bigotes negros rozando la comisura de sus labios y la mirada tan altiva que parecía otear el mundo desde treinta centímetros por encima de su metro cincuenta y cinco.
Se dirigían ambos al almacén de harinas de don Antonio Arias, empresario y prohombre de Agüimes conocido por su amor a los animales y dueño del famoso toro Arión Pontiac, toro galardonado como campeón en todas las ferias y concursos a los que se había presentado.
Al entrar por la puerta del almacén, Don Antonio al verlos, salió a recibirlos, pues era amigo de Don Facundo desde antes de su partida a tierras de ultramar. Tras los saludos de rigor y las presentaciones, le dice Don Facundo a Don Antonio:
-Antonio, vengo pa que me eches doscientos sacos de harina.
-No hay problema Facundo, ahora mismo llamo a Federico para que te los vaya preparando –dicho esto mandó a llamar al jefe de almacén y cuando llegó le dijo.
-Federico, a Don Facundo me lo atiendes como si fuera yo mismo que pida lo que quiera cuando quiera y que te firme el vale de entrega –y dirigiéndose a Facundo- Acompaña a Federico que te dejo en buenas manos.
-Gracias Antonio, a ver si quedamos pa echarnos un pizco ron.
-Cuando me escape de la Carmela que últimamente está “jocicuda”.
Dicho esto se dirigió Facundo al mostrador con Federico y éste le dio el talonario de vales para que lo hiciera y firmara. Don Facundo empezó a escribir con muy mala letra:
VALE POR 200 SACOS DE ARINA
Cuando Don Ignacio a su lado leyó lo escrito le corrigió:
-¡Don Facundo que Harina se escribe con HACHE!
Respondiole nuestro indiano a la impertinencia mirándolo de arriba abajo:
-¡Escríbelo tú con HACHE y fírmalo a ver cuantos sacos te dan!



Moraleja: El dinero casi nunca es pulcro y aseado y casi siempre es analfabeto. Si quieres mantener tu puesto de trabajo, no te hagas el listillo con tu jefe; si no quieres coger el primer barco de vuelta para Bilbao como Don Ignacio, que aprendió aquel día que harina se escribe como le de la gana al dueño de las perras.

FIN

No hay comentarios: