lunes, 16 de marzo de 2009

La Entrevista (II)

Al día siguiente se despertó tarde, sobresaltado por el ruido de la puerta. Era María.

  • ¿Cómo está señor Juan?

  • Ahh... Hola María, bien, un poco cansado de tanto trabajar, -estirándose ruidosamente- pero ahora mejor después de dormir más de ocho horas. ¿Qué tal tu hijo, llegó bien?

  • Pues sí señor, fíjese que llegó a las dos de la mañana y a esa hora se puso a hablar por teléfono. Yo le he hablado mucho de usted y dice que quiere conocerle.

  • ¿Cuánto tiempo va a estar por aquí?-tratando de escabullirse-

  • En realidad eso nunca me lo dice, él viene y va. Quiere verle esta tarde.

  • ¿Hoy... y a qué tanta prisa? Todavía me queda mucho por hacer en la redacción, no creo que salga hasta tarde.

  • Mi hijo me dijo que diría algo así.

  • ¿Y el cómo lo sabía?

  • La verdad es que lo suele saber todo, no me pregunte como lo hace.

  • Ya. ¿tiene móvil o alguna forma de contactar con él? Por cierto... ¿cómo se llama?

  • No se preocupe por eso, él sabe como localizarlo, su nombre es Jesús. -sonriendo-

  • ¡Joder María! ¿No estarás hablando de Jesús... Jesús?-con los ojos como platos-

  • Señor, no diga esos palabros, que está muy feo y sí, mi Jesús es Jesús.

Mareado se sentó en el sofá, lo ocurrido la noche anterior le golpeó como un mazazo en la cabeza. Cogió resuello para proseguir la conversación con una María que lucía la sonrisa más beatífica y luminosa que había visto nunca.

  • María, si todo esto es una broma, quiero que sepas que es de muy mal gusto

  • No Juan, esto no es una broma, llevo años cuidándole para este momento

  • Pero... ¿por qué no me lo dijiste antes?

  • ¿Me hubiese creído si se lo hubiera dicho? ¿Un ateo convencido como usted? ¿O me hubiera despedido por loca?

  • Vale, vale, pero es que todo esto es inusual ¿Cómo crees que me siento? Todas mis convicciones y creencias de toda la vida se están derrumbado en pocas horas, no puedo dejar de pensar que me están gastando una gran broma y que detrás de todo esto está mi amigo Rogelio el cura, que lleva años tratando de convertirme.

  • Jajaja, no hombre, no. Tranquilícese, no es broma, ni esas creencias suyas son de toda la vida, usted las creó para poder superar la muerte de su madre, se enfadó con Dios y le dio la espalda. Pero usted estaba predestinado y eso también formaba parte del plan de Dios.

María lo miró con tal bondad que Juan de Dios sintió ganas de llorar, le hizo un gesto en silencio, se levantó del sofá y se fue al baño. Como era su costumbre se dio una ducha de agua helada para reactivarse el cuerpo y ponerlo en marcha. Cuando salió del baño la casa estaba recogida y María le había preparado el café con las tostadas ligeramente quemadas, como le gustaban para desayunar. Comió sin decir palabra, serio y pensativo, mientras María lo miraba sonriente y en silencio. Él no se atrevía a devolverle la mirada, tenía demasiadas cosas en las que pensar y necesitaba aire. Decidió coger la gabardina y dirigirse al parque a dar un paseo a ver si se le aclaraban las ideas. Sin mediar palabra, cabizbajo y pensativo se fue hacia la puerta y salió sin despedirse.

Caminó hasta el parque y paseó durante un largo rato, tratando de poner en claro el torbellino de ideas y sensaciones que le recorrían el cuerpo. Era el veinticinco de octubre, el otoño cubría el parque de hojas rojizas, la temperatura era agradablemente fresca y el olor a humedad provocado por los chubascos de la mañana hacía que se respirase un aire limpio y sin humos. El sol brillaba espléndido en un cielo de un azul intenso que moteado de nubes se reflejaba en las aguas del estanque, desde cuyas orillas varios niños daban de comer a patos y cisnes.

Decidió tomarse un respiro en su paseo y se sentó en un banco de madera que aún conservaba trazas de la antigua pintura verde que debió ser su color original. Aspiró larga y profundamente vaciando su mente de pensamientos perturbadores, lo último que pensó antes de quedarse en blanco fue: “esto no puede ser real”. A partir de ahí entró en estado meditativo, del que salió sólo cuando oyó ruidos a su lado...

 

Continuará...

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