viernes, 13 de marzo de 2009

La entrevista capítulo I

La entrevista

Capítulo I De cómo Jesús se pone en contacto con Juan de Dios

Si uno lo piensa detenidamente, en realidad, era lógico, si Jesucristo tenía que conceder una entrevista, no podía ser a otro que no fuera a él. Venía predestinado de nacimiento, si no, a ver como se explica que alguien se llame Juan de Dios Escribano de Cristo, que haya estudiado periodismo y que trabaje de redactor en un periódico de tirada nacional. Lo único que desentonaba en su historia personal era que se consideraba ateo y que trabajaba en un periódico considerado como el portavoz de la progresía izquierdista nacional.

Cuando recibió la llamada estaba en la redacción del periódico terminando un artículo sobre las clínicas abortistas y su labor social. Distraído, descolgó el teléfono un poco sorprendido de que lo llamaran a aquellas horas, con voz cansada por las doce horas que llevaba poniendo al día las notas que había acumulado durante tres meses de trabajo se recostó en el respaldo del sillón y contestó:

- Dígame, Juan de Dios al habla

- Hola Juan, soy Jesús y quiero verte

- ¿Jesús, que Jesús?

- El original

- ¿Cómo?... No entiendo. ¿A que se refiere con lo del original?

- Bueno... algunos me conocen como el Cristo, otros me llaman Jesucristo, también se dirigen a mí como Señor, pero personalmente me gusta más que me llamen simplemente Jesús.

- ¡Joder tío, no se quién coño eres pero la verdad es que no tengo tiempo para gilipolleces adiós!

Y colgó el teléfono con un fuerte golpe, molesto por la estúpida broma. Todo habría acabado así y Juan de Dios hubiera seguido con su artículo si no hubiera sido porque la voz del teléfono siguió hablando en su oído a pesar de haber colgado.

- ¡Ay Juanito que descreído eres! Me recuerdas a Tomás

Juan de Dios miró a su alrededor, sospechando que le estaban gastando una broma y buscando la cámara oculta.

- No busques Juan de Dios, no hay cámara, esto no es una broma

Se levantó y fue al baño, abrió el grifo de agua fría y cogiéndola entre sus manos se empapó la cara y la nuca tratando de despejarse. Se meció el pelo con las manos húmedas refrescándose la cabeza y se miró a los ojos en el espejo. “Juan, tú estás trabajando demasiado”, le dijo a la imagen ojerosa que le devolvía la mirada. Su sorpresa fue mayúscula cuando ésta le respondió: “No. No es por exceso de trabajo Juan, esto es real” y le guiñó un ojo.

Asustado salió corriendo del baño buscando alguien con quien hablar y que le sacase de su alucinatoria locura, pero a las dos de la mañana de un viernes no quedaba nadie en las oficinas. Fue a su despacho, recogió la americana y su gabardina del perchero y salió corriendo como alma que lleva el diablo.

Entró a toda prisa en el ascensor y pulsó el botón de la planta baja, se cerraron las puertas y se puso en marcha, al cabo de unos segundos las luces comenzaron a parpadear, el ascensor se paró entre dos pisos y la voz volvió a hablar.

- ¿Te creías que podías escapar tan fácilmente de mi?

- Esto no puede ser real, eres una alucinación -mientras lo decía se daba cachetes en la cara y meneaba la cabeza-

- ¿Me vas a escuchar o no?

- Pero...si no existes

- Y entonces, si soy una alucinación ¿cómo te explicas que estés hablando conmigo?

- Porque me debo estar volviendo loco

- No, no te estás volviendo loco, soy real y no me muestro ante ti para que no te de un infarto, que ya tienes las pulsaciones a ciento ochenta y cuatro

- Vale, espera -respondió Juan mientras respiraba profundamente varias veces para tranquilizarse y se sentaba en el suelo duro y frío apoyando la espalda en la acerada pared de la cabina.-

- Bien, ya tienes el pulso a noventa y seis (siguió diciendo la voz)

- ¿Si eres real que es lo que quieres de mi?

- Algo sencillo, quiero que me hagas una entrevista, la más importante de tu vida

- ¿Una entrevista? No te entiendo, ¿a qué te refieres con una entrevista?

- ¡Venga hombre! Que no creo que te hayas vuelto tonto de repente. Me refiero a eso... a una entrevista, nos sentamos en un sitio tranquilo tú me preguntas yo respondo y después la publicas en tu periódico. No es tan difícil de comprender ¿no?

- ¡Para! ¿Por qué te diriges a mí para esto? No soy religioso, de hecho no creo en Dios y además mi periódico es ateo y de izquierdas. ¿Por qué no te vas a la conferencia episcopal y te diriges a cualquiera de sus medios para esto? Seguro que ellos estarían encantados de hacerte una entrevista.

- Primero, para ser un no creyente, has aceptado bastante rápido que soy quien digo ser y me hablas muy fluidamente para ser una alucinación. Segundo, yo no soy Católico. Y tercero y más importante, te he elegido a ti porque estaba previsto que así fuera desde mucho antes de que nacieras. ¿Acaso te crees que tu nombre es casual? Jajaja – la risa sonó divertida, pero no ofensiva, por eso no molestó a Juan de Dios-

- ¡Vaya! Esa afirmación de que no eres católico parece una exclusiva interesante.

- Bueno... entonces qué, ¿aceptas entrevistarme?

- ¿Acaso puedo negarme?

- No

- Pues entonces dime donde y cuando, pero con una condición...

- Sí. Concedido, no te voy a molestar más hasta que nos veamos y sí, me vas a conocer en persona.

- Parece que te sabes todos mis pensamientos antes de que los formule.

- No te olvides de con quién estás hablando, yo lo sé todo.

- Ya. Eso es lo que me preocupa, que no sé para que te hago falta, si quisieras te aparecerías simplemente, harías un par de milagros y todos creerían en ti. ¿Para qué necesitas una entrevista?

- Jajaja, que iluso eres, si hiciera eso, todos pensarían que soy David Copperfield, el mago, y les daría igual lo que dijera.

- Sigo sin entender el por qué tengo que ser yo, pero bueno... ¿Cuándo quieres que te la haga?

- No te preocupes, será pronto, recibirás noticias mías. Ahora me voy, nos vemos.

- Ok, adiós.

El ascensor reanudo la marcha y llegó a la Planta Baja, se abrieron las puertas, miró el reloj y se dio cuenta de que aunque parecía que había estado mucho tiempo hablando parado entre pisos, en realidad había tardado lo mismo que siempre en hacer el trayecto sin paradas desde el décimo.

Continuará….

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