martes, 17 de marzo de 2009

La Entrevista (Capítulo IV)

Capítulo IV

comienza la entrevista

Tras un par de minutos en silencio, comenzó la entrevista.

P- ¿Por qué sudamericano? Me refiero a que la imagen que da de ti la iglesia es de un hombre que a pesar de ser judío es alto y de ojos azules.

R- ¿Y por qué no sudamericano? No es la primera vez que vengo al mundo en Sudamérica, sólo que se me ha conocido con otros nombres. Pero eso es otra historia y creo que tú tienes muchas cosas que preguntar. Lo del aspecto físico es lo de menos. Se le da tanta importancia al color de la piel, a la raza, a la nacionalidad, etc. etc. que al final todos se olvidan de lo fundamental: todos son seres humanos e hijos de Dios.

P- ¿Por qué me dijiste que no eras católico?

R- (Carcajada)... Esta es la pregunta con morbo. Es muy fácil de contestar: yo nací hebreo, de religión judía, vine a reformar la religión, la superestructura jerarquizada de una religión que se vendía al poder, en la que cohabitaba lo mejor con lo peor y en la cual lo menos importante era Dios. Sacerdotes corruptos tomaron el templo de mi padre y dejaron de oír su voz. La sustituyeron por intereses económicos y vendían y cambiaban favores por dinero. Yo vine a transformar todo eso.

P- ¿Entonces te consideras judío de religión?

R- No. Nací de religión judía y seguí todos sus preceptos, pero mi misión en la Tierra era otra. Vine a traer un mensaje de mi Padre, una buena nueva para la humanidad. Para ello primero vino Juan y me allanó el camino, sin él no se hubiera podido entender mi mensaje. Mensaje que di una y otra vez hasta que entregué mi cuerpo para que quedara grabado para siempre.

P- ¿Juan? ¿Qué Juan?

R- Juan El Bautista

P- No lo entiendo, ¿cuál fue el mensaje?

R- ¿Seguro que no lo entiendes? Yo creo que sí. Además ese mensaje ha guiado tu vida a pesar de que te consideres ateo. Aquí entre nosotros, a mi Padre le da igual que no creas en Él, le interesa mucho más que creas en tus semejantes y seas capaz de amarlos con todo lo que ello implica. De hecho, si te vas a la Biblia en alguna parte pone: “Aquel que dice amarme a Mí y no ama a su hermano que lo tiene cerca y puede verlo, miente y no Me ama, pues Yo estoy presente en cada una de las criatura de la creación”. ¿Te suena?

P- No. Ya sabes que no he leído la Biblia. Pero yo creí que lo que había que hacer era amar a Dios por encima de todas las cosas. Y a su iglesia y a los curas e ir a misa y...

R- Para, para... Amar a Dios sí. Pero eso es imposible si no eres capaz de amar su creación. Lo que trata de decir la Biblia es que no sirve de nada amar lo que no conoces y no puedes comprender, y despreciar lo que Él ha creado pues es una manifestación de Sí Mismo. Con respecto a lo demás... me remito a lo que dijo uno de mis santos preferidos, San Agustín: “Ama a tu prójimo y haz lo que quieras”. Por cierto... ¿sabías que San Agustín era ateo como tú?

P- No. No lo sabía. Pero entonces... ¿Cual fue tu mensaje?

R- Es sencillo. Mira... el pueblo de Israel había sido castigado, echado del paraíso y todos nacían culpables. Mi Padre mandó a Juan el Bautista, que comenzó a bautizar y con ello a limpiar y perdonar el “pecado original”. Con el bautismo se liberaba al ser humano de la culpa heredada, para que pusieran el contador a cero y no tuvieran que expiar por los pecados de sus ancestros. Por eso Juan llegó primero y por eso yo, cuando comencé a hacer público mi mensaje, fui a verle y me bauticé con él. Hasta ese momento, no había forma de liberarse del pecado. ¿Entiendes lo que te quiero decir?

P- Bueno... no es como me lo habían contado, o como yo lo había oído, pero lo entiendo. Lo que aún no me has dicho es cual fue tu mensaje.

R-Mi mensaje, el que traje en nombre de Mi Padre, fue ese precisamente: AMOR y PERDÓN. La visión bíblica de un Dios justiciero e implacable, incapaz de perdonar se acabó conmigo. Dios mandó a Su hijo, es decir, a mí a darle la buena nueva al hombre: ¡Dios es capaz de perdonar!, ¡les ha perdonado todo a todos! y para sellar el pacto, a cambio, entregué mi vida por toda la humanidad. Y esto es importante, no por los judíos, ni por los que después se convirtieron en cristianos ni por los que más tarde siguieron a Mahoma, sino por todos y cada una de las personas de este mundo. Porque tal y como se sigue diciendo en la misa católica yo soy el cordero de Dios, el que vino a quitar el pecado del mundo, el que entregó su vida para sellar la alianza con Él.

P- Entonces... tu mensaje concretamente fue...

R- Sencillo, si Dios, que es tan grande que ningún ser humano se puede aproximar a su simple entendimiento, es capaz de perdonarte a ti, ¿Cómo no vas a ser tú capaz de perdonar a tu enemigo? Hasta que yo llegué se seguía a rajatabla lo del "Ojo por ojo, diente por diente", yo vine a cambiarlo, pedí que pusieras la otra mejilla. Si te ofenden, no devuelvas la ofensa, ama y perdona a tu ofensor.

P- ¡Pero eso es imposible de hacer! ¡Viviríamos indefensos!

R- No. No se te pide que no te defiendas, lo que se te pide es que no odies y que perdones a tu enemigo. Que tus actos estén movidos por el amor, amor hacia ti y tus semejantes que forman parte del mismo Todo que es Dios.

Continuará…

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