martes, 18 de noviembre de 2008

Diario de un empresario canario de viaje a Cabo Verde III (manual de palabras confusas II)

Sigue escribiendo Diego en su diario:

… Cuando llevaba una semana en Praia, por fin conocí una de esas famosas mulatas de las que tanto me habían hablado. Era la secretaria del bufete de abogados que había contratado para ver si lograba sacar adelante mi proyecto.

Melania, una preciosa caboverdiana que venía de la isla de San Vicente, mulata de piel clara y ojos verdes. Me atendió maravillosamente bien las tres veces que estuve a ver a mis abogados, entablé conversación con ella y la invité a tomar una copa.

Ella me dijo que sí y después de charlar un rato se puso impertinente, me llamó “fofo”. -¡Hombre, uno tiene su barriguita pero tampoco es para tanto!- Lo pasé por alto, a pesar del mosqueo, porque era muy guapa. Al final me invitó a su casa a un “polvo”, yo encantado le dije que sí, claro, sobre todo después de que me insistiera y dijera que esperaba que yo le “aceitase”.

Quedamos a las nueve y media, me apuntó la dirección en un papel y me fui al hotel a acicalarme.

Mientras me duchaba en la minúscula ducha del hotel, no paraba de tener pensamientos libidinosos acerca de su cuerpo y como lo iba a “aceitar” antes del “polvo”.

Sorpresa mayúscula cuando llegué a su casa y me abrió la puerta la que debía ser su madre, junto con varios niños pequeños a los que llamó “putos”. -¡Qué barbaridad! pensé yo, ¡Menudo lenguaje se gastan estos aquí!- La casa olía fuertemente a guiso de marisco y pescado.

Melania, que por cierto, estaba guapísima vestida de verde esmeralda, me presentó a a sus padres, unos señores con muy buena presencia y aspecto refinado, que no se correspondía con el lenguaje utilizado -el despectivo “putos” utilizado para los niños, aun resonaba en mi cabeza.-

Antes de la cena, el padre me acompañó para que eligiera un vino, me llevó al sótano de la casa donde tenía cientos de botellas de todo el mundo, había caldos españoles, sudafricanos, chilenos, argentinos, australianos, etc. etc….

Le dije que tenía una magnífica “bodega”, me miró con los ojos muy abiertos cómo si lo hubiera insultado, se dio media vuelta y con un gesto despectivo me echó escaleras arriba.

Cuando llegamos arriba, el padre hizo un intercambio rápido de palabras con la madre y Melania, que me miraron disgustadas.

La mesa estaba preparada y me llevaron al comedor en medio de una cierta tensión, yo trataba de sonreír y mostrarme lo más educado y encantador posible, aunque me daba la impresión de que se me había jodido el polvo por algo que aún no comprendía.

La cena era a base de pulpo, que estaba buenísimo y el padre había abierto una botella de un finísimo vino blanco de la isla de Fogo.

Después de probarlo todo y para aliviar la tensión, le dije a la señora de la casa: señora, está todo hecho con un gusto “exquisito”.

Para qué fue aquello, de repente se montó la mundial, Melania me gritó que era un impertinente, la madre se levantó de la mesa llorando y el padre, con grandes aspavientos me echó de la casa.

Volví al hotel deprimido, revisando todo lo que había dicho y hecho aquella noche y no encontré ningún motivo para que acabara así.

Al día siguiente cuando fui a ver a los abogados me encontré a José Mendoza, uno de ellos, muy divertido y sonriente. Se acercó a mí y me dijo: ya nos contó Melania de su desventurada noche de ayer y creo que debemos hablar un momento acerca de confusiones y vocabulario. Cuénteme usted todo lo que ocurrió con pelos y señales y yo le voy a dar la explicación.

Así lo hice, para gran regocijo de José que no paraba de carcajearse, cuando terminé me lo explicó de la siguiente manera:

A ver, voy a empezar por el principio. Cuando Melania lo llamó “fofo”, lo que quiso decir es que usted es muy “mono”. Cuando le invitó a un “polvo”, le estaba invitando a “pulpo”, cuando le pidió que le “aceitara” le estaba pidiendo que le “aceptara” la invitación. La palabra “puto” en portugués significa niño. Cuando le dijo al padre que tenía una magnífica “bodega” le estaba usted diciendo que tenía una magnífica “porquería” y cuando para terminar de arreglarlo le dijo que todo era de un gusto “exquisito”, le estaba diciendo que todo era de un gusto raro y excéntrico. Y no se preocupe por Melania que ya se lo expliqué todo y ha dejado de odiarle.

Espero que usted lector, siga aprendiendo de mis errores y no cometa los mismos. Pero hay más siga leyendo…

Próximamente mas…

No hay comentarios: