jueves, 14 de agosto de 2008

Una revista vieja una playa y mi abuelo


Tengo delante una revista que saqué de casa de mi abuela Pepa, es el número 1 del año 1 de la revista "Rutas", editada en abril de 1934.En el editorial se quejaba del caótico tráfico de Las Palmas, de la falta de respeto de los automovilistas por los peatones y que nadie cumplía las normas de tráfico salvo que hubiera un guardia delante. Se le instaba al Delegado de Tráfico a aumentar el número de policías y que vigilaran el comportamiento de los automovilistas. Además se hacía hincapié en la temeridad de los ciclistas y la culpa de éstos en la mayoría de accidentes. no sé cuantos coches circularían en aquella época por Las Palmas, pero me da que no debían ser más de mil, pero se ve que los problemas del hombre motorizado aparecen en el mismo momento que el coche a motor.

Otro artículo nos cunta lo mal cuidada que está la playa de Las Canteras e intuitivamente habla del clima de la ciudad de Las Palmas como el mejor del mundo. Hoy en día, setenta y cuatro años después, tras los estudios realizados por las universidades americanas sabemos que eso es una verdad científicamente comprobada.

Impresionante el mapa de carreteras de Gran Canaria, donde la carretera por el sur acaba en Juan Grande y no volvía a aparecer hasta Mogán, donde había una carretera que subía desde el cruce donde hoy está la gasolinera hasta el pueblo. Claro que, en aquella época una carretera es lo que hoy sería un camino, por supuesto sin asfaltar y lo que el mapa marca como camino... sí, camino pero de cabras.

Por si les interesa saber lo que costaba un coche en 1934, un Ford Roadster lujo con tapicería de piel y ocho cilindros se vendía en la friolera suma de: 6.690 pesetas (40,20 euros de hoy).

Una de las imágenes más impresionantes de la revista es un anuncio del Lido del hotel Metropol, que no vio ninguno de los de mi generación. El hotel tenía al frente una cala con una playa perfectamente acondicionada para hacer las delicias de los turistas ingleses y la alta sociedad de Las Palmas. Todo eso se lo tragó la avenida marítima.

En la página de deportes aparecía una horrorosa entrevista muy mal escrita por cierto, cuyo título era: Juanito Domínguez "As" insular de la raqueta. Juanito domínguez era mi abuelo, Juan Domínguez Guedes, campeón insular de tenis varios años consecutivos tanto en dobles como en sencillos. Por aquellas fechas habían sido muy comentados entre los aficionados al tenis, los reñidísimos partidos que había jugado mi abuelo con Eduardo Flaquer, al que llegó a doblegar en un partido de dobles, ya me enteraré de quien era su pareja, sé que jugaba normalmente con Jackito Head y con Nicolás Perdomo, pero se lo preguntaré a mi abuela para cerciorarme.

Eduardo Flaquer jugó la final de dobles de Wimbledon en 1923, y llegó a ser cuartofinalista de Roland Garros y tres veces campeón de España, además de participar en los Juegos Olímpicos de Ameberes y París. Por eso fue tan importante para el tenis grancanario el que se le pusieran las cosas bien difíciles para quien venía a pasearse triunfalmente por nuestras canchas.

Mi abuelo desde luego representaba perfectamente el papel de canario a ultranza, aguerrido, luchador y antigodo hasta donde no se pueden ni imaginar. Y eso que se educó en Inglaterra y siempre vivió y se comportó como un gentleman inglés. Eran otros tiempos.

Juan Carlos Domínguez Siemens

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