sábado, 7 de mayo de 2011

El discurso político

Arturo León era un tipo, como su propio apellido indicaba, corajudo. Cuando le ofrecieron ir de primero en las listas, sus compañeros más allegados se echaron manos a la cabeza. ¿Arturo? pero si éste nos va a hundir, decían unos, otros, los más, contestaban: y que más da, si total nunca hemos ganado nada. Respuesta que dejaba a todos satisfechos.

Llegó el día del mitin de campaña y a Arturo le prepararon varios discursos para que eligiera, los leyó todos y se quedó con uno que era el que más le gustaba, subió nuestro hombre al estrado, el palacio de los deportes lleno a rebosar, gritos y aplausos enfervorecidos, cogió los papeles, los puso en el atril y empezó su discurso. La multitud escuchaba expectante y el pronunciaba cada palabra con fervor, promesas y promesas y más promesas y la gente escuchaba y de vez en cuando un chascarrillo sobre los colorados u otro sobre los pelicortos provocaba alguna risa y ovaciones. Terminó su discurso programado en olor de multitudes, sus correligionarios encantados de como iba todo se miraban unos a otros con sonrisa de felicidad, hasta que Arturo en vez de irse del estrado, permaneció de pie, esperando, mirando a todos, casi uno por uno. Espero varios minutos hasta que todos se dieron cuenta de que algo iba mal. Callaron los gritos, los aplausos y los silbidos. Un silencio profundo y reverencial se hizo en el pabellón. Arturo seguía mirándolos a todos, atento, escrutando con la mirada, hasta que al final se arrancó de nuevo una vez que todos volvieron a sentarse.

Este discurso que les acabo de leer -dijo- es el que me habían preparado... (silencio)... sé que esto es lo que queríais oír, que somos más guapos más altos y mucho más listos que los de los otros partidos. Que los otros son los malos y lo hacen todo fatal, que ellos son los corruptos, los ineptos, los malos. Así se los he ido presentando, es lo que hacemos siempre, elección tras elección. Y cuando resultamos elegidos, somos incapaces de cambiar nada, de hecho cuando gobernamos, nos convertimos en mentirosos, corruptos e ineptos y al final nos parecemos tanto a la caricatura que hacemos de los otros que parecemos del mismo partido.

La multitud enaltecida y airada gritaba: NOOO, NO ES VERDAD- Sus compañeros de partido se miraban unos a otros recriminándose gestualmente con un "te lo dije" que nadie expresaba.

Cuando se restableció el silencio, siguió Arturo: ¡Sí! ¡Sí es verdad! y todos lo sabéis desde vuestros corazones, siempre lo habéis sabido, porque siempre ha sido igual, llegan las elecciones y subimos aquí prometemos lo incumplible para que los nuestros se sientan importantes y contentos de ser mucho mejores que los otros. Desgranamos falsedades por ideas, decimos que los otros son el diablo y que con ellos no iríamos ni al infierno, pero si para poder tocar poder hay que pactar con ellos, se hace después de las elecciones. Siempre es igual y lo hacemos sin pudor, sin vergüenza, justificando cualquiera de nuestras acciones porque somos nosotros las que las hacemos. Si uno de los nuestros se corrompe ponemos sin reparo la mano en el fuego por su honradez y le quitamos importancia al tema. Si uno de ellos hace lo mismo pedimos su dimisión, la disolución de su partido la quema en la hoguera o lo que haga falta. Pero si lo necesitamos para gobernar, pactaremos con él.

Un silencio sepulcral se extendía por toda la sala. Arturo cogió los papeles que tenía en el atril los levanto sobre su cabeza y lanzándolos al aire gritó: ¡¡TODO ESTO NO ES MÁS QUE PURA MIERDA!!

Hoy estoy aquí para deciros la verdad, no para pedirles el voto que se lo pueden dar a quien más les interese o les convenzan mejor con sus mentiras. LA VERDAD, cruda y dura. Nuestro país está en crisis, hemos gastado durante los últimos 15 años más de lo que podíamos y hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Ahora toca pagar la factura y la factura es grande, tan grande que o hacemos frente a ella ahora o estaremos acabando con las aspiraciones de futuro de nuestros hijos y nietos. Muchos les prometerán que van a ser ustedes más ricos, que se va a proteger mejor a los ancianos y a los niños que se bajarán los impuestos, que se darán mejores prestaciones sociales, que crearán más riqueza para que ustedes disfruten de mejores carreteras, que no habrá lista de esperas en la seguridad social, etc etc etc. Les prometerán un mundo mejor y con menos esfuerzo, trabajo para todos,mejores coberturas sociales para todos, subidas de sueldo y de pensiones y muchas otras cosas. Además les dirán que los otros, los malos, no sólo no harán eso sino que harán lo contrario, que les quitarán las pensiones, que les quitarán el paro, el PER y todos los beneficios sociales. Y además lo harán porque son los malos. Y mentirán.

La realidad del mundo que nos rodea es que necesitamos sacrificarnos todos durante los próximos años. Habrá recortes sí, pero los primeros recortes los haremos en nuestros sueldos, no os exigiré nada que yo no esté dispuesto a hacer. Me bajaré el sueldo a la mitad, recortaré los gastos de la cámara, reduciendo entre otras cosas los sueldos de los diputados en un 30%. Hay que reducir la administración pública, pero daremos oportunidades a los funcionarios de que se reduzcan los sueldos en la proporción de la disminución prevista para que todos puedan mantener su puesto de trabajo. Los cargos de confianza y los asesores serán todos jubilados que estén dispuestos a dar su tiempo gratuitamente por el bien del país. Y todos trabajaremos más, no por el beneficio propio, sino por nuestros hijos y nietos para que reciban un país por lo menos con el mismo futuro que el que recibimos nosotros. La seguridad social no podrá responder a las necesidades de todos, pro ello, todos tendremos que ceder solidariamente parte de nuestro tiempo para labores sociales. Especialmente en el cuidado de mayores, niños y enfermos. No puedo prometer más riqueza, no puedo prometer un mundo mejor, sólo puedo prometer trabajo, trabajo y trabajo, mío y de los míos.

La humanidad, la especie humana está en peligro, nuestra forma de vida, nuestro egoísmo, nuestra salvaje avaricia de buscar la felicidad con bienes que explotan la tierra hasta agotarla ha provocado grandes desigualdades en el planeta. Para que unos vivamos inmersos en el derroche, se ha explotado a otros, arrancando las riquezas ocultas en sus tierras, agotando sus materias primas, destruyendo sus bosques, contaminando sus aguas. El primer deber como especie es salvar el planeta, para ello habrá que tomar más medidas restrictivas cediendo parte de nuestro trabajo para reparar lo que hemos destruido. No, no voy a prometer un futuro de bondades, pues el futuro está lleno de sacrificios. Pero son sacrificios que darán sus frutos, porque lo que propongo es la vuelta a un concepto olvidado, la vuelta un sistema de sacrificio por un bien mayor, la vuelta a un mundo donde la solidaridad no sea sólo una palabra vacía de contenido. Nos hemos olvidado de lo que somos y tenemos que recuperarlo, tenemos que volver a aprender que todos somos UNO, uno con el mundo, con la tierra, con el que tenemos enfrente y con el que no conocemos. Y sólo desde ese sentido del UNO, de la unidad con el universo podremos sobrevivir como especie. El mundo nos necesita, a ti, a mí, a todos y el trabajo que tenemos que acometer es un trabajo tanto interior como exterior, porque interiormente tenemos que encontrar la parte de nosotros donde está ese UNO que nos une, sólo así podremos acometer solidariamente todos los sacrificios que nos esperan. Pero en ese sacrificio está la felicidad, la nuestra, la de todos, porque no existe nada más alienante e insatisfactorio que la separación, la no pertenencia, la desubicación. Por eso os pido que interioricéis que busquéis dentro de vosotros el afán de superación, la felicidad que da lo bien hecho, la amabilidad de entender que vale más quien mejor sirve. Que encontréis en vosotros mismos la capacidad para dar y amar, la satisfacción moral de encontrar un camino de vuelta a la verdadera felicidad, que no se materializa a base de la inútil posesión material, sino a base de crear un futuro digno para nuestros hijos, para nuestros nietos para toda la humanidad.

Arturo calló, miró a la concurrencia que permanecía sentada, en silencio, anonadada y terminó el discurso diciendo: ¡he dicho! y se bajó del estrado.A través del silencio sepulcral, se fue abriendo paso un murmullo, que poco a poco fue creciendo, luego los primeros aplausos y finalmente vítores ensordecedores, el pabellón se vino abajo, los compañeros de Arturo fueron a abrazarlo, luego vinieron otros n tropel y lo subieron a hombros, unas quinientas personas lo sacaron a la calle en volandas y se fueron con él a la plaza del ayuntamiento.

Mientras tanto, el equipo de limpieza entró en tromba en el polideportivo donde al día siguiente se celebraba un partido de balonmano. En sus asientos quedaban dos personas sentadas llorando, uno de los barrenderos les preguntó: ¿que ha pasado aquí? un milagro, contestó el mayor de los dos levantándose. Sí un milagro corroboró el otro siguiéndole a la calle. El barrendero meneó la cabeza sin entender mientras arrancaba un gran cartel que decía: ELECCIONES ASOCIACIÓN DE VECINOS DE BARRIO NUEVO VOTA A ARTURO LEON PARA PRESIDENTE. Indiferente a todo el barrendero lo desmigajó y lo tiró al cubo de la basura.

Juan Carlos Domínguez Siemens

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