martes, 2 de septiembre de 2008

¡Mi abuela es extraterrestre!

Hace unos días escribí unas lineas sobre mi abuela Pepa. Las he releído y no le hacen justicia, bueno... a lo que me refiero con que no le hacen justicia no es a que no sea real lo que escribí, sino que leyendo sólo eso, no doy a conocer su verdadera dimensión. A decir verdad, me doy cuenta de que mi abuela es estratosférica y si no fuera porque la conozco desde siempre, pensaría que es extraterrestre y ya verán por qué.
LAS FOTOS NO LE HACEN JUSTICIA, MI ABUELA ADEMÁS DE TENER EL PELO AZABACHE, TENÍA LOS OJOS DE UN COLOR AZUL MAR INTENSO, LOS MISMOS QUE LE SIGUEN CHISPEANDO CAMINO DE LOS CIEN AÑOS. EL PELO SE LE PUSO BLANCO MUY JOVEN, DESDE ENTONCES LO TIÑE DE UN ELEGANTE COLOR VIOLETA.
Estas lineas las voy a acompañar con un pequeño paseo fotográfico sobre su vida. Aunque noventa y siete años no se pueden resumir en quince o veinte fotos, una imagen vale más que mil palabras, siempre.


Las primeras imágenes son de ella soltera, a partir de ahí he querido seleccionar algunas con el hombre de su vida mi abuelo, con el que vivió la historia de amor más pasional y profunda jamás contada, se prometieron amor amor hasta la muerte y hasta la muerte de mi abuelo duró. Hicieron una pareja espectacular, por belleza , elegancia, simpatía y saber estar.

Sobre ellos dos voy a contar dos anécdotas que creo que definió el carácter de ambos y la clase de amor que se profesaron. La primera ocurrió de solteros, cuando el padre de ella no permitía que se vieran a solas. Él la rondaba y cuando terminaba de trabajar iba a verla, se sentaba en la escalera de la casa de su amada y ella hablaba a través de la ventana del primer piso. Un día que venía rendido de trabajar desde el alba, se quedó dormido mientras hablaban, ella ni corta ni perezosa, salió de la casa... bajó las escaleras en silencio...y... le dio tremendo coscorrón en la cabeza y se echo a correr escaleras arriba. Cuando volvió a asomarse a la ventana, él dolorido y acariciándose la cabeza le preguntó: ¿y por qué hiciste eso? A lo que ella respondió: oh, ¿no decías que me querías tanto? ¡Pues no te vuelvas a dormir!

La segunda anécdota, a finales de los años ochenta, con mi primer hijo nacido, de vez en cuando se lo dejábamos en su casa para que lo cuidaran y más de una vez mi mujer y yo llegamos de improviso y los encontramos abrazados ella sobre las rodillas de él dándose el lote como quinceañeros y tenían, mi abuelo ochenta y ella setentaytantos.

Las últimas fotos son de ella sola, los años de la soledad transcurridos desde la muerte del hombre que fue su compañero durante casi toda su vida. Con respecto a esta última etapa, también voy a contar tres anécdotas que definen muy mucho su personalidad extraordinaria.




La primera ocurrió hace seis o siete años. Estando una noche en casa se cayó junto a la cama y se partió la cadera, eran las dos de la mañana, tenía el teléfono al lado, pues aguantó hasta las ocho y media tirada en el suelo ¡¡por no molestar a nadie!! Si es que están hechos de otra pasta.

La segunda fue el año pasado que estuvo ingresada en el hospital para ponerle un marcapasos. Estaba una habitación con otras personas mayores, de repente escuchó el comentario que le hacía una enfermera a otra en el cambio de turno: “¡Estos viejos que pesados se ponen!” Doña Pepa montó en cólera y la llamó a capítulo de la siguiente manera: “Señorita, venga usted para acá. Mire le voy a decir una cosa, de vieja nada, ¡anciana y señora! ¿Se entera usted? ¡Pues tráigame la ropa que me voy del hospital! Y todo esto que les cuento ocurrió en la UCI antes de ponerle el marcapasos, imagínense lo que hubiera podido pasar después con el corazón de leona rejuvenecido.



Y la tercera... ¡dios mío! Si es que es genial esta mujer. Ahora por razones que no vienen a cuento ha tenido que dejar su casa y está en un asilo con monjas. El segundo día tuvo una discusión con una de ellas y tuvieron que venir sus hijos a hacerla entrar en razón. Cuando al fin cedió, le dijo a sor Angustias... ¡¡¡Usted perdone hermana, es que llevo toda mi vida haciendo lo que me da la gana y me cuesta cambiar!!!


La verdad es que con mi abuela se podría escribir un libro, seguramente después de este segundo capítulo se me ocurrirán más cosas que iré poniendo, pero antes tengo que hablarles de “el fiera” que domeñó su carácter durante mas de sesenta años. Pero esa...es otra historia

1 comentario:

Anónimo dijo...

precioso