martes, 5 de agosto de 2008

Mi abuela Pepa

He escrito mucho sobre mi abuela Angelina, al ser la madre de mi madre, ya se sabe que con las abuelas maternas se tiene una relación afectiva más estrecha. Especialmente sí, como en mi caso, se tiene la suerte de tener dos, hasta pasados los cincuenta años.

Hoy voy a hablar de mi otra abuela, mi abuela Pepa. Hay mujeres, muchas, que nacen princesas, algunas se mantienen cómo princesas toda la vida, otras cambian con el tiempo y se transforman en otras cosas, algunas, las menos, llegan a reinas otras, las más, se quedan en esclavas de señores que no las merecen.

El caso de mi abuela es distinto, Pepa nació para ser reina y nunca pasó por su fase de princesa. Noventa y siete años de reinado, son muchos años, pero ella inasequible al desaliento sigue mandando, ordenando y organizándole la vida a todo el mundo. Ella es así. Por su elegancia y simpatía, se sabe ganar a su entorno a los que la conocen y a los que la ven por primera vez. Su sonrisa y su sentido del humor, son exquisitos y envidiables.

Es Leo, nació bajo el signo de fuego ¡y vaya si le marcó eso! Hay mujeres a las que les gusta mandar, a mi abuela no, que va, a ella le encanta mandar y sobre todo que la obedezcan. Mi relación con ella es muy buena, aunque solo en distancias largas, sus ansias de mandar chocan con mis ansias de que nadie me mande, con lo cual tenemos un “entente cordiale” y así chocamos poco.

Pero yo reconozco que es una mujer excepcional, Doña Pepa Arias, un autentico personaje, genio y figura. Si mi abuela tuviera 40 años menos y yo quisiera organizar una fiesta, seguro que era la invitada de honor. Bueno... en realidad si lo que quisiera es organizar una buena fiesta, simplemente se lo diría que ella seguro que la organizaba mejor que nadie. Una mujer guapísima, elegantísima... bueno, en realidad si lo pienso en ella todo es superlativo, debe ser por el fuego de su signo, que a la sazón también es el mío, pero yo carezco de sus virtudes. Desgraciadamente, es muy difícil heredar lo bueno y mucho más fácil hacerlo con los defectos.

Ayer, Doña Pepa cumplió noventa y siete años ¡noventa y siete! Cuando cumplió noventa y tuvo su fiesta de cumpleaños, se le cantó al soplar las velas de la tarta el: Y QUE CUMPLAS MUUUUCHOOOS MAAAAAS ayer sopló las velas de sus noventa y siete... ¡noventa y siete! y volvimos a cantar y que CUMPLAS MUUUUUCHOS MAAAAAS ¡y vaya! En otros casos se dice sin convicción, por cumplir, en el caso de mi abuela... Les puedo asegurar que va a cumplir muchos más.

Y ¿saben según mi entender, que es lo que hace que sea tan longeva? Su sentido del humor y su capacidad para aceptar cualquier situación con una sonrisa. Es una optimista redomada, no se ha dejado nunca hundir por las circunstancias. Ni la ruina de su padre, ni las guerras, ni los malos momentos. Siempre ha tenido una palabra de aliento, una sonrisa y el ánimo pronto para ayudar. Jamás se ha dejado vencer por las circunstancias, nunca se ha quejado de dolor o de falta de algo. Siempre ha estado conforme con lo que viniera y nunca le ha recriminado a Dios por mandarle más de lo que ella es capaz de soportar.

Y esto último que he escrito, es quizás lo más importante. Vivimos en una sociedad que cada día tiene menos creencias. Hemos matado a Dios, creyendo que con su muerte se liberaría el ser humano. Lo que hemos conseguido es ser esclavos de otros señores, más oscuros, menos piadosos y que nos hacen mucho más miserables. El dinero, las multinacionales y los placeres perecederos. Los más altruistas se convierten en esclavos de ideas e idealismos que mueren con cada generación.

Mi abuela, como tantos otros de su generación, han logrado insuflar sus ánimos a los que los rodeaban en todo momento, especialmente en los difíciles, porque su fe en Dios es incombustible y tras el deber cumplido, saben que los acogerá en su seno, por eso viven sin miedo y sin desconfianza.




Juan Carlos Domínguez Siemens

1 comentario:

Anónimo dijo...

La verdad es que has tenido mucha suerte con tus abuelas.
Me alegro que hayas escrito algo de tu otra abuela, ya que para la otra rama de la familia (o al menos para mi) es muy desconocida.
Un abrazo.
Erik