martes, 18 de marzo de 2008

La noche en que la luna vino a cenar

Una noche la luna vino a cenar, la verdad es que nos cogió a todos de sorpresa, hacía calor y nos sentamos a la mesa del comedor con la ventana abierta. Se fue la luz y ella se coló por la ventana sin haber sido invitada. Mi abuelo que es un hombre de fuerte carácter pero muy bien educado, miraba su figura redonda y refulgente con bastante mal humor, sin saber cómo echarla de una mesa a la que no había sido convidada. Mi tía Mákeles, divertida se reía de su oronda y llena cara, mientras mi abuela sin inmutarse se levantó a poner otro plato a la mesa.
Yo miraba la escena alucinado sin saber que decir o cómo reaccionar, pero como en aquella casa todo era tan normal, simplemente me acerqué a darle un beso con sabor a queso. Mi tío Bubi no cabía en sí de gozo y rápidamente y con gran enfado por parte de mi abuelo que no soportaba lo que empezaba a ser una cena caótica, se levantó a buscar papel y lápiz para escribirle una canción. Mi abuela trataba de apaciguar a su marido que empezaba a echar chispas por sus ojos azules y cejas electrizadas. Por lo bajo le decía mi abuelo para no ser impertinente:
-Madre ¿Quién es esta señora que se ha sentado a la mesa sin ser invitada?-ya he dicho que mi abuelo a pesar de su carácter es de una educación exquisita-
-Es la luna que ha venido a visitarnos en esta noche sin luz
-¡Pero bueno! ¿¿Qué desatino es ese??¡Cómo va a ser la luna, es que nos hemos vuelto locos en esta casa! –Todo esto era dicho en susurros mientras la luna sonreía a los presentes-
Yo me volví a mi tía Mákeles y le dije por lo bajini para no enfadar mas a mi abuelo
-Sabe a queso- mi tía se volvió hacia mi y me respondió susurrando-
-No me lo creo
-¡que si!
-¡Que no me lo creo!
-Pues pruébala tú para que veas que es verdad-y diciendo esto me volví a la luna que se sentaba a mi lado y le dije con mucha educación:
-¿Puedo quitarte un poco? Y sin esperar respuesta le arranqué un trozo de la espalda para que no se notase. Ella dio un respingo pero no se quejó, estaba demasiado absorta en la música que Bubi le estaba empezando a tararear. Rápidamente se lo di a Mákeles que se quedó extasiada con el sabor.
-¡Mamá, es verdad que sabe a queso!- Le dijo a mi abuela que escuchaba divertida como Bubi componía una Bossa-nova a la luna que cenaba en casa.
Mi abuelo estaba a punto de estallar por el insoportable caos que le rodeaba, se levantó para ir al baño, más por ver si se sacudía aquella pesadilla que porque tuviera necesidad de visitarlo.
Aprovechando su ausencia, el barullo se convirtió en fiesta y algarabía, Mákeles con la guitarra, Bubi con un timple y todos cantando el estribillo de aquella canción en honor a la luna que se nos coló por la ventana. La canción decía así:
Ay que luna más linda
Más llena de gracia
Fulgió en la ventana
Brilló en nuestra mesa
¡Ay! Que día más grande
La luna lunera entro en nuestra casa
Quería cenaaaaaaar

Así seguía esta canción con varias estrofas que el tiempo ha borrado de mi memoria. Recuerdo que mi abuelo volvió del baño, se encendieron las luces, se fue la luna sin despedirse, se acabaron los timples y las guitarras, la fiesta, la algarabía y el caos y terminamos de cenar como cada noche, a la hora en punto con el orden restablecido y Bubi en silencio. Pero sé que aquello ocurrió y sé también que si en algún sitio del mundo la luna se podía invitar a cenar era en aquella casa donde convivían en perfecto orden todos los locos maravillosos.


Juan Carlos Domínguez Siemens
16 de febrero de 2008


Dedicado a mi abuela que está convaleciente de la vida, pero que siempre ha sabido soñar

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